La estrategia del consenso o el discreto encanto del neoliberalismo

El pasado domingo 17 de junio el compañero Carlos Petilo, miembro de la mesa constitutiva de Argentinos para la Victoria llevó a cabo una charla que tituló “La estrategia del consenso o el discreto encanto del neoliberalismo”. El tema de la misma era una crítica a la democracia liberal tal como la experimentamos en la actualidad y donde se incidía en la incapacidad de este sistema para el sostenimiento de una sociedad plural. La conferencia se llevó a cabo en el espacio Cincómonos – Espai d' art situado en el centro de Barcelona y cerraba un ciclo organizado por Argentinos para la Victoria denominado Memoria y modelos alternativos que se abrió con la proyección de la película Crónica de una fuga, siguió con la obra de teatro El torturador arrepentido de Carlos Salem y finalizó con la charla que estamos comentando. La buena respuesta a este ciclo y el interés de asociaciones hermanas por el mismo nos anima a trabajar para que, una vez pasadas las vacaciones, podamos seguir consolidando este espacio para la reflexión. Lo que sigue es un resumen de la charla que nos hizo llegar el compañero Petilo. “Desde los comienzos de la reflexión política fue preocupación del ser humano pensar una sociedad donde los diferentes intereses estuvieran armonizados. El primero de esos conflictos fue el de individuo / sociedad, objeto de reflexión de la Ética; el segundo, aunque de la misma jerarquía en importancia, el de los distintos colectivos que componen una comunidad entre si. Este último es objeto de reflexión de la política tal como entendemos este concepto hoy en día. ¿Es posible una sociedad sin conflictos? El propósito del “consenso” en las democracias contemporáneas pareciera indicar que sí. No obstante hay una enseñanza que permanentemente nos deja la Historia: hasta ahora el conflicto es inherente a las sociedades humanas independientemente de la estructura económica sobre la que se organicen. Un breve recorrido por la historia del pensamiento nos indica que la imposibilidad de una democracia global poblada de individuos sin identificaciones colectivas (y, por lo tanto, sin conflictos de intereses) se encuentra en la naturaleza misma del ser humano. Este conflicto entre diferentes comunidades identitarias no necesariamente tiene que saldarse con enfrentamientos antagónicos. Esto último sucede cuando una comunidad percibe a aquella que se le diferencia como una amenaza para su supervivencia, como ha sucedido por ejemplo entre las diferentes comunidades que formaban la ex Yugoslavia que hasta entonces habían convivido pacíficamente sin perder por ello sus rasgos identificatorios. En las llamadas “democracias deliberativas” la negación de la diferencia (en pos de un consenso que nos igualaría) desdibuja el perfil ideológico de los diferentes protagonistas a un punto tal que, como sucede en la actualidad, la política deja de “encantar” a grandes sectores de la sociedad (en especial a los jóvenes) que en ese totum revolutum en el que parecen haberse diluido las divergencias no encuentran un proyecto político en el cual reconocerse. Esto los lleva a elaborar un camino alternativo a través de una fractura de la sociedad del consenso como sucede, por ejemplo, en la actualidad con el movimiento 15 M. La única alternativa viable en el presente es admitir la naturaleza conflictiva de toda comunidad y crear las condiciones de un espacio democrático en el que se enfrenten modelos distintos que propongan soluciones claramente diferenciadas a los retos de la globalización”.

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